Sara Moraga: Mi experiencia en la clínica superó todas mis expectativas
Con 7 meses de embarazo y muchas contracciones que la alertaron sobre un posible parto prematuro, llegó Sara a Clínica Biobío. Fue trasladada desde un centro asistencial de la séptima región, en busca de un lugar que tuviera un equipo de Neonatología que pudiera recibir a sus mellizas que iban a nacer antes de tiempo.
Tiene 30 años y trabaja como cajera en una multitienda en Talca, ciudad donde vive con su familia que está compuesta por su marido, sus hijos de 11 y 4 años y las mellizas Sarita y Florencia que nacieron hace un mes en nuestra clínica.
“Tuve mucha suerte de llegar a Clínica Biobío. Estaba con mucho dolor y contracciones, y mis hijas pesaban muy poco como para nacer sin complicaciones. Tenían solo 30 semanas, por lo que me dieron medicamentos para controlar las contracciones y retrasar el parto el mayor tiempo posible porque yo era la mejor incubadora para ellas, me decía el doctor dándome ánimo”, cuenta Sara.
Estuvo un mes hospitalizada, periodo donde recibió tratamiento para su diabetes gestacional y constantes chequeos por parte del equipo médico para monitorear su salud y la de las mellizas. Recuerda que tuvo días buenos y otros no tanto, porque extrañaba a su familia, sentía dolor y le molestaban las punciones en los brazos. A pesar de eso, dice que siempre la atendieron bien y respondían todas sus dudas.
“El personal fue muy amable. Ellos comprendían que yo estaba triste porque estaba sola, con mi familia en Talca y que quería ver a mis otros hijos. Cada persona que entraba a verme, me decía algo para contenerme. Las auxiliares que me llevaban el almuerzo, las del aseo, las TENS, enfermeras, hasta el doctor me ofrecía ayuda cuando me veía angustiada y me decía que cada día era uno ganado y que me quedaba uno menos para volver a casa. Son muy humanos”, relata.
Cuando Sara empezó a manifestar todos los síntomas que indicaban que sus hijas estaban a punto de nacer, el equipo médico decidió recurrir al método de maduración pulmonar fetal para acelerar su desarrollo y prevenir complicaciones que pudieran agravar su estado. De esta forma, se programó la cesárea y, al día siguiente, Sarita y Florencia llegaron al mundo con 34 semanas de gestación.
Nacieron bien. Solo tuvieron una leve dificultad respiratoria que las dejó en la UCI pediátrica con soporte de oxígeno. Sin embargo, al tercer día ya estaban cada una en su cuna en la Unidad de Neonatología de la clínica.
“En la Neo las cuidaron súper bien. Yo podía verlas un ratito corto, por la pandemia. Pero me apoyaron mucho con la lactancia, me ayudaron a sacarme leche para llevárselas y que las niñas tomaran leche materna”, dice Sara.
Cuatro días después del nacimiento de Sarita y Florencia, ellas y su mamá fueron dadas de alta. “Con mi esposo estamos seguros de que no podría haber estado mejor en otro lugar. Mi experiencia en Clínica Biobío superó todas mis expectativas y estoy muy agradecida del trato que recibí, de las personas geniales que conocí y que fueron de mucha ayuda en un momento muy esperado para mí”, concluye Sara, quien hoy se encuentra de vuelta en Talca, con su familia y sus mellizas creciendo saludablemente.
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